16 febrero, 2008

Ensayo: El Calor de la tarde.

El silencio no se quedaba quieto, era verano y el calor ardía el lugar, las hojas de los árboles se abanicaban para soportar el vapor que manaba la tierra y las agobiava. A esa hora del día los habitantes del pueblo se resguardaban en el interior de sus viviendas, para no morir a mano de la terrible temperatura que se disponia aniquilarlos a todos. Ella aprovechaba la ocasión para desnudarse y quedarse en cueros en su cuarto, así podía soportar la incomoda y espesa atmósfera que flotaba en toda la casa, Tenia semanas que no cruzaba palabra con su marido, se sentía molesta por las andanzas y relaciones extramaritales que sabia que éste mantenia fuera de la casa. Metido en el bar de la ciudad borracho y manoseandose con las putas se pasaba la mayor parte del tiempo y donde se gastaba todo el dinero de su mìsero sueldo. Y la manera de protestar de esta mujer, era absteniendose de complacerlo en la cama como le demandaba de vez en cuando. Su casa de diseño antiguo, con techos altos de los cuales colgaban largas cadenas con lámparas de cristal de colores y paredes de madera antigua barnizada, contrarrestando el calor que hacia fuera. Eso permitia que dentro se respirara un aire menos denso y algo confuso. La dueña de la casa se habìa retirado como de costumbre a su recamara para descansar del abatimiento que producìa aquella temporada indolente y despiadada de mitad de año. Acostada patas abierta mirando el techo sentía cada poro de su piel hinchado, abriendose para obtener el aire que necesitaba, los vellos del cuerpo se mecian de un lado a otro, mientras su mente hurgaba en los rincones buscando reconocer la sensacion que la recorria de arriba abajo. No recordaba la ultima vez que unas manos locas la recorrieran o que el cerebro se agitara por una oleada de ardientes y satisfactorios pensamientos de amor. Su solitaria intimidad se habia convertido en un otoño que desviste los arboles para exponer los esqueletos desnudos de las ramas , a fin de que sean observadas en toda su delicada fragilidad. Para ella era distinto el sol que la bañaba en esta època de desamor , no disponia de recursos para obtener lo que su cuerpo pedia a gritos, unas caricias suaves que la envuelvan en magia y prisa de enamorados. Aquellos recuerdos de escenas gratas que vivian en su mente la mantenian pendiente de un pecado, un pecado que deseaba con urgencia volver a cometer. Entendia que su cerebro estaba desordenado y era necesario que el equilibrio se manifestara pero era imposible que pudiera conseguir la tranquilidad con el ardor que manaba de todo su masa cerebral. Empezo a mover las palmas de sus manos por todo el espacio corporal, iban y venian de arriba a abajo y en circulos correteando como locas, dando vuelcos que a tropicones masajeaban las carnes blancas y àvidas de su cuerpo, su estado cada vez era mas enajenado de la realidad que envolvia el ambiente de su cuarto. Las emociones se agolpaban en remolinos por toda la cabeza y no dejaba de sentir una sensacion de calor, pero un calor diferente del que reververaba en la calle tras las paredes de su dormitorio, rondaba una esperanza de que esa pasión que la envolvía toda no se esfumara, satisfactoriamente se iba contorneando por la cama tendida con sábanas blancas de algodón de la india, arrugandola como si de pelea de perro se tratare. Comenzó a sentir subir por todo el cuerpo una aureola de sentimientos y con las piernas abiertas envueltas en sudores, y unas hùmedas llamas que la queman como brazas resecandole la garganta y la lengua dentro de su boca abatiendo la espuma de su ardor, entra en el jardín de sus sueños y se pasea jadeante por toda la cama, gime y se revolotea, despuès de unos instantes , con la mente en blanco y mas tranquila posandose encorvada sobre su lado derecho descansa. Mantieniendose asi por un tiempo en paz consigo misma y su conciencia que la invita a dejarse arrastrar por el sueño de la siesta y tranquila se duerme por algunas horas hasta que la tarde se sacude del calor abrazador y comienza a bajar el sol desde su infinita altura. Han pasado las horas y al despertar ve que ha dormido mas de lo habitual, ràpido se tira de la cama y se viste para salir de su alcoba a continuar con su tarea habitual de cuidar a los niños que juguetean por toda la casa ajenos de las emociones que ha vivido su joven madre en la siesta que termina.

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