
Es costumbre verla salir todas las tardes cuando ya el sol va dejando su altura y modulando su color, camina por la vereda, el camino esta pintado de un color anaranjado por la
floración de las amapolas, en esta
época las flores que ya cumplieron su tarea de mandar sus granos de polen a expandirse por el campo entre las alas de los insectos que liban en ellas, empiezan a
marchitarse y van cayendo y
tiñendo el camino con una masa pastosa por el paso de los pocos
vehículos que transitan y los caballos que con su trotar la destrozan y ayudan a su
integracion al polvo del camino. En las orillas de la estrecha carretera hay una flores silvestres que dicen las
señoras del lugar que
herbidas en te sirven para sacar los empaches de los muchachos, se baja y recoge algunas hasta formar un manojo, las lleva apretada en su mano derecha.
Lourdes es una mujer que llego a ese campo hace ya doce anos, nadie sabe de donde es, compro una
pequeña propiedad que
vendían a buen precio, ya que era la herencia de dona Carmelita, esposa por muchos anos de don
Ramón, y acababa de morir este y sus hijos
habían venido de la capital y no
querían dejar a su anciana madre sola , fue cuando decidieron vender la propiedad que
consistía en algunas tareas de tierra y una vieja casona con ventanales de cristal y arboles casi centenarios sembrados en el patio. De buenas a primera y sin explicarse como se entero,
apareció Lourdes, una mujer de casi 30 anos, joven y con porte de mujer muy cerrada, vestida con ropa muy cubierta, no importaba el calor que hiciera, siempre se la
veía vestida como para ocultar algo que no se
debía saber. Compro la propiedad y se instalo enseguida, con pocos muebles y si algunos viejos libros que
leía y
releía todos los
días. Se pasaba horas haciendo sus oraciones diarias con un viejo rosario de Las Carmelitas Descalzas, una Orden de monjas
Españolas, y a la que alguien, dijo que ella
había pertenecido. Nadie lo confirmo.
Lourdes vivía sola y una vez a la semana entraba a la propiedad don
Anselmo a limpiar el patio, cortar las ramas que
crecían de mas y hacerles algunos mandados de ir al pueblo cercano a comprarle materiales para la comida y a recogerle un paquete que le enviaban sellado desde una farmacia que ya don
Anselmo conocía y que con su sola presencia y sin tener que hablar le entregaba el
farmaceutico y este llevaba celosamente junto a las viandas para abastecer la alacena de dona
Lourdes. Nadie jamas visitaba la casa, la mujer
mantenía las puertas siempre cerradas y solo de vez en cuando se alcanzaba a ver las ventanillas del
baño abiertas para que entraran los rayos de sol y evitar la crianza de hongos por la humedad. Solo se le
veía caminar todas las tardes en
dirección norte -sur, sin prisa, como de paseo y llegaba a una casucha un poco destartalada, donde nadie imaginaba que
vivía gente, a no ser porque en las noches se alcanzaba a ver una tenue luz de una
lamparita y se adivinaba que
allí dormía alguien, porque en el
día estaba todo cerrado.
Lourdes miraba a todos los lados con disimulo, como quien observa algo encima de los arboles, segura de que nadie rondaba por
allí,
rápido se desplazaba por un estrecho
callejón, entre una alta tapia y la pared de la casucha. Entraba daba dos toques y alguien
respondía casi en susurro y le
abrían la puerta trasera, entraba y enseguida se
volvía a cerrar. Ya dentro dejaba sobre la mesa el paquete con las medicinas para
Andresito,
también traje las flores para el te,
decía. Se
oía el resollar
difícil del
niño que por la enorme joroba producida por la
escoliosis le dificultaba estar sentado derecho,
además su cerebro estaba cada vez mas degenerado, no coordinaba palabras ni se paraba solo,Cuando
nació, los
médicos dijeron que fueron las apretadas fajas que la madre uso para ocultar el embarazo que
daño el feto. Era invalido, se pasaba el tiempo en una vieja cama
des tendida y maloliente. - Debes de lavar estas sabanas con mas frecuencia-
decía Lourdes,
están que hieden a cobijas secas al sol. -Es que se sigue orinando y hasta en ocasiones defeca en ellas -contestaba,
Ynes-. Hoy no ha querido comer nada, apenas agua, si continua
así,
habrá que avisarle al padre, -- eso nunca alzo la voz
Lourdes, el no debe saber nada, nunca se ha ocupado de saber nada y
así continuara, ....pero... y cuando se muera?, acotaba
Ynes,,,, Bueno, ya
veré que hago,
además los
médicos dijeron que no
duraría un par de anos
así y mira ya van casi 12 anos, aunque cada vez esta mas
sequito solo piel y hueso envuelven su menudo cuerpo, pobre hijo mio, si ese condenado no me hubiese desterrado a este solitario lugar,
tal vez hubiese sido diferente, en la ciudad todo se puede arreglar. Pero
acuerdese que tenia que cubrirse las espaldas contestaba la vieja
Ynes, que ya cansada por el paso de los anos y las noches en vela que pasaba estaban haciendo estrago en su rostro enflaquecido por la mala
alimentacion y la vida llena de
astío que llevaba . Si!,
decía,
Lourdes. - Pero si el cree que todo se quedara como lo planeo esta muy equivocado, solo espero que este
niño se muera para avisar a la prensa, para que todo el
país conozca a su Santidad el primero de la iglesia, el representante del papa
aquí en este
país, ...
así y me cueste la vida, pero tengo que desenmascarar a tantos desgraciados y bandidos tapados bajo esa maldita sotana y a el
también por el
daño que nos hizo a todos, especialmente a su hijo. Se que ese
día no esta lejos, saboreo la venganza y veo su rostro cuando la prensa destape el gran secreto, ya todo el libro esta listo, lo tengo muy bien guardado en la ciudad donde cuento esta cruel historia. Solo esperemos,
Ynes,- para que Dios nos haga justicia.
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